jueves, 21 de marzo de 2024

Donde nace la poesía


Donde nace la poesía

Solo hablo de ti, corazón.

Eso piensas, ¿verdad?

¿De qué otra cosa, si no?

Vencidos por la frialdad

del día a día,

volvemos a ti.

Bastión cálido y seguro,

forja de ternuras y fantasías.

Yesca para sueños y anhelos.

¿De qué otra cosa hablar, si no?

 

Es en ti donde nace la poesía.

 

 

domingo, 24 de diciembre de 2023

Paseo de invierno

 

 
 Paseo de invierno 

La grisácea niebla

nunca llega a levantarse

en invierno.

 

Hay días en que es mejor así.

 

El aire está tan frío

que muerde placenteramente

las mejillas arreboladas,

y las calles desiertas

se congelan en una blanquecina

calma.

 

Los pasos suenan huecos

y profundos

en las aceras vacías.

Golpes rítmicos,

como latidos,

que van meciendo

el alma abotagada.

 

Se oyen ecos de voces

y pensamientos

como en lontananza.

No importa.

Ahora no te alcanzan.

 

Aparece entonces el verde cerro,

los verdes parques,

la maleza verde

donde los ojos reposan

del exceso de blancura,

de la tranquila monotonía

de los grises,

y los pechos se hinchan

hasta doler

con tal de absorber

esa frescura vivificante

de la olvidada natura.

 

Las miradas entonces colmadas

se detienen como si se engancharan

en las ocasionales hojas amarillas,

chispazos de luz,

remanentes del otoño

que recién acaba.

 

Con el corazón repleto

de los colores del invierno,

grises y blancos,

verdes y amarillos,

pones rumbo a casa

entre las filigranas

que dibuja tu vaho

mientras cruzas,

en sosiego,

la bruma misteriosa

sobre el río.

 

Despiertas poco a poco

De tu paseo letárgico.

Las manos, rojas.

Los labios, descoloridos.

 

Hace frío.

La vida te requiere.

Es Nochebuena un año más.

 

 


martes, 5 de septiembre de 2023

Onírica

 

Onírica - Imagen de mi propiedad

Onírica

Esquirlas de noche

vuelan en tus besos.

Qué extraño el velo

que cubre el Sol.

Lascas de luz

erupcionan en tus palmas

aladas como aves del paraíso.

 

Es medianoche

y las brujas bailan en mis pupilas

sus rituales salvajes.

Aúllo como si

perteneciera a alguna manada.

Las sombras corcovadas

acarician con pelaje animal

la cumbre de mis secretos anhelos.

 

No me conozco

ni me quiero tanto aún

como para conocerte.

 

Del firmamento perforado

por las estrellas

se destila una música

purpúrea que ronronea

el eco de mis fantasías.

¿No es aquello un palacio de cristal

sobrevolando las dagas de los días?

 

Todo pasa como una exhalación

que dura lustros.

 

El abrazo de la noche

recompone retales de historias

en las que me zambullo

con un canto de victoria.

Experiencia y emoción

no tienen relación.

No aquí.

En los dominios

del desconcierto cuerdo,

del oxímoron a la hipotenusa

y de la llama perpetua.

 

Aquí,

donde soy yo.

Nocturna.

Onírica.

Irracional, incorpórea, ilimitada, indómita.

 

Aquí,

donde los dardos siempre yerran,

y la inocencia puede cerrar los ojos al fin,

hasta que la culpa vuelva a clavarle

sus mil aguijones de ponzoña en la mañana.

 

Aquí,

donde la esperanza despellejada

se lame las heridas tras la refriega

extenuante del día,

o donde lentamente se desangra.

 

Duermo, y existe todo.

Duermo, y no existe nada.

 

Esquirlas de noche

incrustadas en mis pestañas

se desprenden una tras otra

al abrir los ojos

 al despunte del alba.

 

 

martes, 21 de marzo de 2023

La convalecencia del corazón

Ilustración de Daria Doroshchuk 

 

La convalecencia del corazón

Y a la tercera semana,

el cuerpo enfermó,

mas el corazón renació.

Tiernos brotes de esperanza

se abrieron paso en su superficie

magullada

y saludaron tímidamente

al primer sol de la primavera.

 

Ya pasó lo peor, corazón.

 

Sólo un poco más de reposo

y, cuando el cuerpo se haya curado,

volverás a alzarte del campo de la derrota

con una nueva marca en tu piel

para ofrecerte de nuevo al mundo,

flamante e imperfecto como eres,

sin dejar que los temores te arredren,

ni las sombras del pasado te atrapen.

 

Regresarás a la vida,

soñador innato,

sensible y doliente,

recién cicatrizado.

 

Ya pasó lo peor, corazón.

Tu medicina son el tiempo y

el sosiego.

Permítete tanto como necesites

de ambos.

 

Sanarás.


 

sábado, 7 de enero de 2023

Lo invisible

 

 

Lo invisible

El cofre estaba vacío.

Con las esperanzas rotas,

tanteaste el fondo

hasta que las astillas

hicieron sangrar

las yemas de tus dedos.

 

El tesoro anhelado no existía.

 

El dolor y el desconcierto

se afanaron en darte una

nueva forma.

Tallaron nuevos surcos en ti,

día tras día,

mientras el sol menguaba

y tus contornos se definían.

 

Te sentaste en la playa.

Alguna que otra lágrima

rodó por tus mejillas.

Las dejaste correr, libres.

 

Llamaste a los delfines

y les confesaste tu pena.

Hablaste durante horas y horas.

Querías que te escucharan.

Te sentías sola en tu soledad.

 

Por encima de las olas,

te llegó la voz del cetáceo amigo.

Lamiste las heridas de tus manos

y degustaste el acostumbrado

sabor de tu esencia.

 

A tus espaldas, el cofre aguardaba.

Ni joyas, ni gemas, ni oro en su interior.

Nada de lo que anunciaba su suntuosa apariencia.

Aun así, volviste sobre tus pasos

y lo recogiste.

 

Lo sopesaste entre las manos.

 

El delfín era sabio

y te había desvelado un secreto.

 

<<Has reparado en lo visible que no hallas,

mas ¿has percibido aquello que no se aprehende

con los ojos

y que nunca ha de faltar en su oscuridad fantaseada?

 

Lo invisible es el verdadero tesoro.>>

 

Pero no había nada en aquel cofre

que mereciera la pena.

Te diste cuenta, entonces.

Nada.

 

Así y todo, el peso de lo invisible

que en aquel pequeño baúl faltaba

tenía más valor que cualquier

botín soñado.

 

Y la comprensión de lo profundo

de la vacuidad de aquel arcón

hizo que se secara la fuente

de todas tus lágrimas.

 

Lo que falta

no siempre resulta evidente

a la mirada.

 

El sol acarició tu piel reseca.

Echaste a andar en busca de otra playa.

Te llevaste contigo el cofre vacío

y el peso revelador de lo invisible.

En busca de otro cofre,

más sabia y más humana.