El
Cuentacuentos y la Catarata
No lo sabía. Y
si lo sabía, decidió que no le importaba. Abrió la boca para contar un cuento,
y en su lugar, le salieron mentiras despiadadas. Era triste destruir el secreto
de su mirada desapasionada, mas no podía detenerse. Llevaba demasiado tiempo
luchando sin espadas. Y, cuando las armas llegaron, las tomó con fuerza, y éstas
se adueñaron de su alma. Cada palabra, una estocada. Cada laceración, una desgracia.
Y el torrente de verbos crueles y adjetivos ásperos e hirientes fluía,
desbordando el límite de su paciencia desesperada. Hasta que el dolor se
revolvió en su contra y estalló en furia malherida y orgullo de catarata. Y
ella lo arrolló, lo arrolló, lo aplastó… Y al final, dejó que su cuerpo
magullado flotara envuelto en la suavidad de sus aguas frescas y claras. Le
ofreció su plácido reposo, y él lo aceptó, aliviado del peso de su carga. Ése
fue el último cuento del rapsoda, y el primero de una retahíla de verdades
entrecruzadas.
-Fin-
By: Kµ®£Nåi
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