Son Puñales Sus Ojos
<<Son puñales sus ojos
y de acero taimado sus mejillas.
Son sus labios glaciares en rojo,
y de afilado despunte su barbilla.
Cual mar de hirsuta maleza
de inflorescencia aberrada
se extienden sus rizos sinuosos,
pasto triste de espigas corcovadas.
No es del Cielo la culpa
de su semblante angosto,
albergue en ayunas
de crueles rastrojos,
ni de la desmañada presencia
de sus manos de ramas en despojos.
No es del Cielo la culpa
de la tosquedad de tronco
que su cuerpo estático no muda,
ni del rictus perentorio
de su sonrisa de penumbras.
Posee ella la oscuridad
y la vileza.
Posee ella el rencor
y la tragedia.
Todo en ella se antoja
fatal remolino de caos y filos,
y si hubiere alguien en este mundo
capaz de amarla en su desatino,
a dos monstruos habríamos arrojar
a las funestas llamas, ¡o al abismo!>>
Tales versos leyó ella, al tiempo que su corazón estallaba, o fuera quizás la casa
en llamas, con ella dentro y con aquel al que más amaba. El autor de aquellas
palabras.
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