¡Feliz Navidad y próspero Año Nuevo a todos los que os pasáis por el blog! Aquí vengo a dejaros un nuevo poema que acabo de componer. Yo os recomendaría que lo leyerais escuchando alguna canción de Of Monsters and Men o algún grupo similar, pues lo he escrito mientras escuchaba canciones suyas, y creo que se ajustan muy bien a la atmósfera y los sentimientos que quiero transmitir con el poema. Sin más, aquí tenéis mi regalo de Navidad. Espero que os guste :)
La Duda de la
Oruga
Vuelan, vuelan, vuelan.
Alas ingrávidas que surcan el cielo,
alas gráciles que descubren sueños.
Vuelan, vuelan, vuelan
delicadas mariposas de anhelos risueños.
La oruga espinosa, espinosa las contempla
desde la tierra congelada de invierno.
Sus diminutos ojillos brillando estériles
sobre la rugosidad perniciosa del suelo.
La oruga espinosa, espinosa espera y espera.
La oruga espinosa, espinosa espera
el momento que nunca llega:
ocultarse entre el follaje rubicundo,
segregar su sedoso pedúnculo,
inmovilizarse en una crisálida que destella,
y volver al mundo como la más pura estrella.
Las hermosas siluetas dibujan espirales
sobre su tosca cabeza de larva profana,
invitándola a unirse a esa coreografía
arbitraria que las mariposas bailan,
dueñas de sus vidas y ajenas al miedo
de abandonarse por completo
a las corrientes repentinas del viento.
Las hermosas siluetas descubren canales
vedados a la oruga espinosa y desconfiada,
que espanta a la desconocida simpatía asustada.
La oruga espinosa teme el mundo
retorcido y punzante que se le clava
inmisericorde y le abre llagas.
La oruga espinosa teme el mundo
helado, de troncos resbaladizos,
y tonos nebulosos y mortecinos.
Pues lo que la oruga espinosa teme
es el mundo que sólo percibir puede,
atrapada como está, desde la tierra inerme.
Mas es su ferviente anhelo tejer una hermosa crisálida,
dejar atrás esa vida estancada,
observando su vida que pasa,
sin nunca participar en nada,
y eclosionar al finalizar la metamorfosis orgánica.
Y volar a la luz iridiscente del día
transformada en etérea mariposa
para ser partícipe de sus sonrisas.
Pero el tiempo deshoja sus horas
pesadas cual lluvia plomiza de abril,
y la oruga espinosa permanece sola,
inmutable, inalterada y febril,
cuando el resto ya son mariposas.
Vuelan, vuelan, vuelan
en el cielo lejanas siluetas
de formas suaves y deliciosas.
Vuelan, vuelan, vuelan
en el cielo, lejanas y coquetas,
aladas criaturas armoniosas.
La oruga espinosa, espinosa las observa
desde el suelo áspero y yermo.
Sus diminutos ojillos brillando impotentes
ante el milagroso despliegue de refinados seres
que fluyen inabarcables en el universo.
La oruga espinosa, espinosa espera y espera.
Y se plantea, por fin, la duda dolorosa:
¿Será verdad que todas las orugas
se convierten al final en mariposas?
By: Kµ®£Nåi
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