Revelación - Imagen de mi propiedad |
Haces de Luz (Náufraga)
En
esta inmensa oscuridad
que
es sólo mía,
haces
de luz dispersos
me
iluminan.
Hay
oro bajo mis manos,
o
sal, penetrando las heridas.
La
vida me arrojó a este vasto océano
de
misterios y derivas cíclicas.
La
vida me arrojó a este negro océano
de
ceguera y sombría desidia.
Así,
cuando la tempestad estalla,
ni
todas las estrellas del firmamento
pueden
salvarme de la debacle encarnecida.
Contemplo
el mar embravecido.
¿Qué
terror, qué angustia
pueden
compararse a las
de
hallarse en mitad de la tormenta perdida?
El
barco hace aguas,
y
te hundes, te desesperas, te ahogas.
Claudicas.
Pienso,
inevitablemente, en la inutilidad de la lucha,
con
los ojos anegados en aguas negras
y
los pulmones reventados de preguntas.
La
nave se sumerge,
despacio,
dejándome tiempo,
para
que observe.
Todos
esos faros
que
la espesa oscuridad hienden…
Demasiados
faros.
Para
que no me acerque.
Desesperados
por evitar los naufragios,
¿realmente
nos protegen?
Las
rocas escarpadas
y
el rugido encolerizado
de
las olas
ya
no me estremecen.
Inhalo
la tempestad
y
dejo que el viento de tormenta me lleve.
Que
naufrague esta carcasa de miedo.
Que
los escollos hagan pedazos este corazón de nieve.
Que
zozobre este barco carcomido por la peste.
Qué
silencioso fue el estrépito
y
qué brutal el recibimiento del acantilado.
Hubo
olas y peñascos,
y
agua salada en la garganta,
y
frío conocido,
y
farallones imponentes.
Y
los colores se apagaron.
En
esta inmensa oscuridad
que
es sólo mía,
haces
de luz dispersos
me
iluminan.
Hay
oro bajo mis manos,
o
sal, restañando las heridas.
Duele
y es terrible,
mas
el Sol calienta suavemente
mi
piel partida.
Y
la lluvia, o las olas,
besan
mi rostro mutilado
con
pasión lenta y sabiduría.
Duele
y es terrible,
pero
estoy aquí. Viva.
Estoy
aquí.
Aunque
nadie más me vea.
Estoy
aquí.
Aunque
nadie más lo sepa.
Estoy
aquí.
Al
abrazo de la arena húmeda,
el
olor a salitre revolotea en mi rostro,
el
agrio sabor a mis errores y fracasos
impregnando
de aflicción mis despojos.
Exhalo
torbellinos clandestinos y diminutos,
se
me relajan los músculos abatidos,
vomito
sobre la playa emociones rotas.
Me
levanto con esfuerzo,
y
no soy capaz de mirar al Sol de frente;
es
terrible, y duele.
Pero
estoy aquí,
e
incluso
en
esta inmensa oscuridad
que
es sólo mía,
haces
de luz dispersos,
chispas
fugaces que prenden
incluso
en este magullado corazón de nieve,
me
iluminan, brillan, y resplandecen.
Estoy
aquí,
atravesada
por un fortuito hilo de luz
que
nada pretende.
Oscuridad,
tan sólo mía,
y
haces de luz dispersos,
que
a nadie pertenecen.
Estoy
aquí.
Náufraga.
Superviviente.
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