Onírica - Imagen de mi propiedad |
Onírica
Esquirlas de noche
vuelan en tus besos.
Qué extraño el velo
que cubre el Sol.
Lascas de luz
erupcionan en tus palmas
aladas como aves del paraíso.
Es medianoche
y las brujas bailan en mis pupilas
sus rituales salvajes.
Aúllo como si
perteneciera a alguna manada.
Las sombras corcovadas
acarician con pelaje animal
la cumbre de mis secretos anhelos.
No me conozco
ni me quiero tanto aún
como para conocerte.
Del firmamento perforado
por las estrellas
se destila una música
purpúrea que ronronea
el eco de mis fantasías.
¿No es aquello un palacio de cristal
sobrevolando las dagas de los días?
Todo pasa como una exhalación
que dura lustros.
El abrazo de la noche
recompone retales de historias
en las que me zambullo
con un canto de victoria.
Experiencia y emoción
no tienen relación.
No aquí.
En los dominios
del desconcierto cuerdo,
del oxímoron a la hipotenusa
y de la llama perpetua.
Aquí,
donde soy yo.
Nocturna.
Onírica.
Irracional, incorpórea, ilimitada, indómita.
Aquí,
donde los dardos siempre yerran,
y la inocencia puede cerrar los ojos al fin,
hasta que la culpa vuelva a clavarle
sus mil aguijones de ponzoña en la mañana.
Aquí,
donde la esperanza despellejada
se lame las heridas tras la refriega
extenuante del día,
o donde lentamente se desangra.
Duermo, y existe todo.
Duermo, y no existe nada.
Esquirlas de noche
incrustadas en mis pestañas
se desprenden una tras otra
al abrir los ojos
al despunte del alba.
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