jueves, 16 de mayo de 2013

El Cuentacuentos y la Catarata





El Cuentacuentos y la Catarata

No lo sabía. Y si lo sabía, decidió que no le importaba. Abrió la boca para contar un cuento, y en su lugar, le salieron mentiras despiadadas. Era triste destruir el secreto de su mirada desapasionada, mas no podía detenerse. Llevaba demasiado tiempo luchando sin espadas. Y, cuando las armas llegaron, las tomó con fuerza, y éstas se adueñaron de su alma. Cada palabra, una estocada. Cada laceración, una desgracia. Y el torrente de verbos crueles y adjetivos ásperos e hirientes fluía, desbordando el límite de su paciencia desesperada. Hasta que el dolor se revolvió en su contra y estalló en furia malherida y orgullo de catarata. Y ella lo arrolló, lo arrolló, lo aplastó… Y al final, dejó que su cuerpo magullado flotara envuelto en la suavidad de sus aguas frescas y claras. Le ofreció su plácido reposo, y él lo aceptó, aliviado del peso de su carga. Ése fue el último cuento del rapsoda, y el primero de una retahíla de verdades entrecruzadas.

-Fin-

By: Kµ®£Nåi