martes, 5 de septiembre de 2023

Onírica

 

Onírica - Imagen de mi propiedad

Onírica

Esquirlas de noche

vuelan en tus besos.

Qué extraño el velo

que cubre el Sol.

Lascas de luz

erupcionan en tus palmas

aladas como aves del paraíso.

 

Es medianoche

y las brujas bailan en mis pupilas

sus rituales salvajes.

Aúllo como si

perteneciera a alguna manada.

Las sombras corcovadas

acarician con pelaje animal

la cumbre de mis secretos anhelos.

 

No me conozco

ni me quiero tanto aún

como para conocerte.

 

Del firmamento perforado

por las estrellas

se destila una música

purpúrea que ronronea

el eco de mis fantasías.

¿No es aquello un palacio de cristal

sobrevolando las dagas de los días?

 

Todo pasa como una exhalación

que dura lustros.

 

El abrazo de la noche

recompone retales de historias

en las que me zambullo

con un canto de victoria.

Experiencia y emoción

no tienen relación.

No aquí.

En los dominios

del desconcierto cuerdo,

del oxímoron a la hipotenusa

y de la llama perpetua.

 

Aquí,

donde soy yo.

Nocturna.

Onírica.

Irracional, incorpórea, ilimitada, indómita.

 

Aquí,

donde los dardos siempre yerran,

y la inocencia puede cerrar los ojos al fin,

hasta que la culpa vuelva a clavarle

sus mil aguijones de ponzoña en la mañana.

 

Aquí,

donde la esperanza despellejada

se lame las heridas tras la refriega

extenuante del día,

o donde lentamente se desangra.

 

Duermo, y existe todo.

Duermo, y no existe nada.

 

Esquirlas de noche

incrustadas en mis pestañas

se desprenden una tras otra

al abrir los ojos

 al despunte del alba.