lunes, 15 de junio de 2015

El Reino de Leto


El Reino de Leto

Leto camina tranquila,
auspiciada en la delicadeza de la Luna
y bañada en la claridad gentil del día.
Sus largos cabellos de memorias,
sesgados y arrastrados por la brisa
suave, danzando, jugando ante
su rostro níveo y su mirada perdida.

Olvido es su nombre,
y recuerdo, su estigma.
Olvido es el recuerdo
y el nombre, incoherencia prevista.
Olvido es letanía
antigua, balsámico esmero
por hallar una salida.

Leto camina sobre corrientes
pacíficas, que purgan las evocaciones,
y lamen devotas sus adoradas mejillas.

Mas Leto llora en su reino de mudas maravillas,
las lágrimas fluyendo cual calmo manantial,
del mal de reminiscencias atoradas adolecida.

<<Ojalá no hubieras venido a esta Luna>>,
se escucha un lamento apenas musitado en el viento.
<<Ojalá no hubieras venido a esta Luna,
y así yo podría haber seguido soñando
que de existir me extinguiría,
que de belleza las estrellas sollozarían,
que de soledad el Sol suspiraría,
que de escarmiento el pasado
jamás regresaría.>>

<<Ojalá no hubieras venido a esta Luna,
resquebrajada por los añicos de la angustia
contenida.
Ojalá jamás hubieras venido a esta Luna,
que originé a base de coma y penurias
retenidas.>>

Leto reinaba en su reino desmemoriado,
aislada y protegida por Amnesia,
paladín de su corazón devastado.
Mas ella sola truncó todo lazo,
con los astros, con la Tierra,
con el resto de lunas y cometas
que con su fulgor la deslumbraron.
Leto se abrigó en la reconfortante quietud
de su reino y en la acogedora soledad de sus lagos.

Ella se debía al Olvido,
y en el Olvido piadoso confinada,
las remembranzas terminaron.

Hasta que llegó la tempestad,
arreció en su luna,
y desató en el reino el caos.

Un solo resquicio, un filo de pensamiento,
y los recuerdos a la fuerza se abrieron paso.

Leto solloza en su reino de silencio sosegado,
antaño, por una herida; ahora, por una respuesta
que disuelva todo este pesar acumulado.

<<¿Cómo, oh, cómo convertir todo el dolor en perdón?
¿Cómo acabar con esta sinrazón y mantenerse a salvo?>>

Amnesia, fiel, aspira las lágrimas tibias de su rostro
y le proporciona el opacado alivio del olvido,
labios tenues y tiernos, ósculo frío y comatoso.

Y Leto, sonrisa ajada de recuerdos,
antaños nadando en el vacío,
plata vieja y óxido corrosivo,
se hunde serena en su reino de martirio.

Ojalá jamás hubieras venido a esta luna…
¿Quién hubiera podido imaginar
que tan mortífera y eficaz tormenta
pudiera revivirme de mi tumba?

Por eso, ven, lluvia, ven,
y pulveriza con tu prolífica marea
las memorias de esta vida cobarde que perdura.

<<Por eso, ven, lluvia, ven.
Leto es mi nombre
y Olvido mi reino.
Yo te conmino:
Cae,
precipítate,
desplómate sobre mí.
Bórrame. Elimíname. Suprímeme.
Y, ante todo,
no lo olvides:
Olvídame…>>