sábado, 25 de agosto de 2018

Viento negro



Viento negro

Has regresado.
Pero.
Te has quedado sin relentes de metáforas
que se coman las esquinas del viento negro.

Plétora de vida;
cadencia de los muertos.

Posees, sin embargo, bagatelas en deshonra:
Abismos rellenos de deseos,
y un candelabro de rosas,
relumbrante cual lucero,
que inscribe en las sombras
el perfil efímero de las mariposas.

Plétora de vida;
cadencia de los muertos.

Sabes que ente los labios y el beso
se halla el éter impuro y sucio
Que devasta, devasta
El campo estremecido y quieto.

Mal rayo ha partido al roble en tres,
y el eléctrico filo ha liberado
el estertor, al fin, de savia en sequía
y de prados yertos en tu pecho.

Plétora de vida;
cadencia de los muertos.

¿Conoces el sonido del crepúsculo empedernido
al hacerse añicos en la sepultura de tu mirada?

¿Qué sabes tú del silencio que transgrede el eco
de las palabras?

¿Qué sabes tú de la húmeda soledad que inunda
y del frío abandono que escarcha?

Has vuelto a mí
mudo, sordo y ciego,
y con el alma evaporada.

Plétora de vida;
cadencia de los muertos.

Mas, nos llega la breve pausa caída como un velo,
cual telaraña perlada en el rocío violáceo de la aurora,
sosegando el aire marchito que acaricia nuestros dedos.

¿Adónde vas con este viento negro
que me atora el pecho de recuerdos?

¿Adónde te vas,
si ya estás muerto?

Plétora de mi vida.
Si ya estás muerto.