martes, 4 de agosto de 2015

Skadi

Skadi por Anna Novikova


Skadi
Esta noche la luna colosal
está de enigma y sortilegio,
nebulosas de pan de oro
cubriendo el difuso misterio
que envuelve su cuerpo.

Skadi, corazón de lobo y pies de hielo,
le ofrece su áspero cántico desgarrado,
cuajado de blanquísimos llanos
y tempestuosos inviernos eternos.

Mas las perennes neviscas de sus iris boreales
y las montañas heladas que moran sus sueños
en plácidos arroyos salados se deshacen
y al fragor de las olas subsumen sus denuedos.

El helor norteño de la noche límpida,
silbador de audaces sagas ancestrales,
trocado en hedor sureño a algas pútridas.
El efluvio de la costa, ¡cuán lacerante
a su olfato de predadora de felonías!,
que a su mellado orgullo dicta injurias.

Skadi, feroz corazón de cazadora
y espíritu de indómito viento,
aúlla lastimera al firmamento
con voz de añoranza asoladora.

Esta noche está la luna henchida
de promesas de infinito invierno
para una nostálgica diosa, traída
por un dios a tal oceánico reino.

Mas la diosa del punzante frío y del místico hielo
tras el sendero níveo que la perlina luna alumbra,
arco en ristre y veloces flechas entre los dedos,
silenciosa y astuta, sagazmente se da a la fuga.

Pues he aquí Skadi, corazón de tundra,
 amante sólo del paraje helado,
su invernal patria,
salvaje, atroz, y
lobuna.


viernes, 17 de julio de 2015

Searching for Inspiration




Searching for Inspiration

Searching for inspiration in the outer world,
I found out what I already knew, and soon forgot—
My heart dwells in Darkness, where it belongs.
Radiant light sears the corners of my inner side.
Brightness is always appealing —and misleading, no doubt.
For as much as they long to live in the sunlight,
Dark souls are not meant to bathe in the sun.
Otherwise, they'll burn, burn, burn out.

Blinded and sun-bled, I finally recovered what I had long lost—
My shelter of obscurity, oh my dearest dark, dark core.


lunes, 15 de junio de 2015

El Reino de Leto


El Reino de Leto

Leto camina tranquila,
auspiciada en la delicadeza de la Luna
y bañada en la claridad gentil del día.
Sus largos cabellos de memorias,
sesgados y arrastrados por la brisa
suave, danzando, jugando ante
su rostro níveo y su mirada perdida.

Olvido es su nombre,
y recuerdo, su estigma.
Olvido es el recuerdo
y el nombre, incoherencia prevista.
Olvido es letanía
antigua, balsámico esmero
por hallar una salida.

Leto camina sobre corrientes
pacíficas, que purgan las evocaciones,
y lamen devotas sus adoradas mejillas.

Mas Leto llora en su reino de mudas maravillas,
las lágrimas fluyendo cual calmo manantial,
del mal de reminiscencias atoradas adolecida.

<<Ojalá no hubieras venido a esta Luna>>,
se escucha un lamento apenas musitado en el viento.
<<Ojalá no hubieras venido a esta Luna,
y así yo podría haber seguido soñando
que de existir me extinguiría,
que de belleza las estrellas sollozarían,
que de soledad el Sol suspiraría,
que de escarmiento el pasado
jamás regresaría.>>

<<Ojalá no hubieras venido a esta Luna,
resquebrajada por los añicos de la angustia
contenida.
Ojalá jamás hubieras venido a esta Luna,
que originé a base de coma y penurias
retenidas.>>

Leto reinaba en su reino desmemoriado,
aislada y protegida por Amnesia,
paladín de su corazón devastado.
Mas ella sola truncó todo lazo,
con los astros, con la Tierra,
con el resto de lunas y cometas
que con su fulgor la deslumbraron.
Leto se abrigó en la reconfortante quietud
de su reino y en la acogedora soledad de sus lagos.

Ella se debía al Olvido,
y en el Olvido piadoso confinada,
las remembranzas terminaron.

Hasta que llegó la tempestad,
arreció en su luna,
y desató en el reino el caos.

Un solo resquicio, un filo de pensamiento,
y los recuerdos a la fuerza se abrieron paso.

Leto solloza en su reino de silencio sosegado,
antaño, por una herida; ahora, por una respuesta
que disuelva todo este pesar acumulado.

<<¿Cómo, oh, cómo convertir todo el dolor en perdón?
¿Cómo acabar con esta sinrazón y mantenerse a salvo?>>

Amnesia, fiel, aspira las lágrimas tibias de su rostro
y le proporciona el opacado alivio del olvido,
labios tenues y tiernos, ósculo frío y comatoso.

Y Leto, sonrisa ajada de recuerdos,
antaños nadando en el vacío,
plata vieja y óxido corrosivo,
se hunde serena en su reino de martirio.

Ojalá jamás hubieras venido a esta luna…
¿Quién hubiera podido imaginar
que tan mortífera y eficaz tormenta
pudiera revivirme de mi tumba?

Por eso, ven, lluvia, ven,
y pulveriza con tu prolífica marea
las memorias de esta vida cobarde que perdura.

<<Por eso, ven, lluvia, ven.
Leto es mi nombre
y Olvido mi reino.
Yo te conmino:
Cae,
precipítate,
desplómate sobre mí.
Bórrame. Elimíname. Suprímeme.
Y, ante todo,
no lo olvides:
Olvídame…>>

 

lunes, 27 de abril de 2015

De la Poesía y Yo

Lirios - Imagen de mi Propiedad

De la Poesía y Yo

Poeta descubierta
cual flor tardía
embebiéndose de otoño,
así me sorprendí  yo un día,
entre versos atrasados
y musas suspendiéndome en la vigilia.

Cúmulos de estrofas
brotaban,
 caían,
arreciando en esta vida perdida,
arropando y sanando el dolor,
cual triste melancolía inerme
e inerte como las cuerdas de un chelo,
 cedro profundo, pesado, taciturno,
crines reunidas de relincho sobrio y bello
que, al atacar y percutir, trastornan los segundos.

Tal era mi melancolía
y tal la dulzura que aguardaba
locura voluntariosa que las palabras
de su hiel revertiese.

Poesía ante mí, poesía siempre,
                                     oh, poesía,
ascendiéndome con tus rimas desplegadas
en un glorioso vuelo sin fin,
con tus hipérbatos descompuestos
rastros de oraciones hilvanando,
con tus aliteraciones y epítetos
rodados, tejiendo, creando
agridulce universo en el cual
subyugada me hallo.

Y el oxímoron, ¡ay, oxímoron!
¿Cómo no caer rendida a tus pies,
si sólo tú me permites la demencia sensata,
el delirio escueto y pacífico,
la locura sana?
¿Cómo no caer rendida ante ti,
si sólo tú le das la vuelta
a este mundo de hojalata
que me obliga a hundirme
en la realidad más cuerda?

Una noche, soñé que era poeta,
existencia de palabras
desmembradas
y ensambladas
en espiral tornasolada,
que arrasa la fuente,
se derrama en libertad
y sucumbe olvidada.

Soñé que era presencia versificante
 de colores del mediodía,
y sinsabores de media tarde.
Soñé que soñaba canciones redivivas
que veneraban el silencio sonante
de impecable oquedad sin melodía.

Una noche soñé que era poeta,
y al poema todos mis sentimientos confiaba.
Fiel y único confidente por entero de mi ser,
y, ante los embates rugientes, guarida secreta,
exclusiva a mis ensoñaciones, y al resto vedada.

<<¿Merece la pena?>>,
se escucha la voz de mis musas.
<<¿Merece la pena
verter tu alma
en una página en blanco,
desangrarte letra a letra,
cincelarte palabra a palabra,
con el corazón al descubierto
y la mente hinchada?>>

¿Merece la pena, preguntas?
¿Merece la pena un suspiro
de desamor en la mañana?
¿Merece la pena el rayo de sol
que repta, lento, trémulo,
sobre tus sábanas?
¿Merece la pena el goteo sutil
de ilusiones atragantadas?

Dime, ¿merece la pena?
¿O es fútil empeño creer
que yo sólo existo en mis palabras?