domingo, 24 de diciembre de 2023

Paseo de invierno

 

 
 Paseo de invierno 

La grisácea niebla

nunca llega a levantarse

en invierno.

 

Hay días en que es mejor así.

 

El aire está tan frío

que muerde placenteramente

las mejillas arreboladas,

y las calles desiertas

se congelan en una blanquecina

calma.

 

Los pasos suenan huecos

y profundos

en las aceras vacías.

Golpes rítmicos,

como latidos,

que van meciendo

el alma abotagada.

 

Se oyen ecos de voces

y pensamientos

como en lontananza.

No importa.

Ahora no te alcanzan.

 

Aparece entonces el verde cerro,

los verdes parques,

la maleza verde

donde los ojos reposan

del exceso de blancura,

de la tranquila monotonía

de los grises,

y los pechos se hinchan

hasta doler

con tal de absorber

esa frescura vivificante

de la olvidada natura.

 

Las miradas entonces colmadas

se detienen como si se engancharan

en las ocasionales hojas amarillas,

chispazos de luz,

remanentes del otoño

que recién acaba.

 

Con el corazón repleto

de los colores del invierno,

grises y blancos,

verdes y amarillos,

pones rumbo a casa

entre las filigranas

que dibuja tu vaho

mientras cruzas,

en sosiego,

la bruma misteriosa

sobre el río.

 

Despiertas poco a poco

De tu paseo letárgico.

Las manos, rojas.

Los labios, descoloridos.

 

Hace frío.

La vida te requiere.

Es Nochebuena un año más.

 

 


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