sábado, 7 de enero de 2023

Lo invisible

 

 

Lo invisible

El cofre estaba vacío.

Con las esperanzas rotas,

tanteaste el fondo

hasta que las astillas

hicieron sangrar

las yemas de tus dedos.

 

El tesoro anhelado no existía.

 

El dolor y el desconcierto

se afanaron en darte una

nueva forma.

Tallaron nuevos surcos en ti,

día tras día,

mientras el sol menguaba

y tus contornos se definían.

 

Te sentaste en la playa.

Alguna que otra lágrima

rodó por tus mejillas.

Las dejaste correr, libres.

 

Llamaste a los delfines

y les confesaste tu pena.

Hablaste durante horas y horas.

Querías que te escucharan.

Te sentías sola en tu soledad.

 

Por encima de las olas,

te llegó la voz del cetáceo amigo.

Lamiste las heridas de tus manos

y degustaste el acostumbrado

sabor de tu esencia.

 

A tus espaldas, el cofre aguardaba.

Ni joyas, ni gemas, ni oro en su interior.

Nada de lo que anunciaba su suntuosa apariencia.

Aun así, volviste sobre tus pasos

y lo recogiste.

 

Lo sopesaste entre las manos.

 

El delfín era sabio

y te había desvelado un secreto.

 

<<Has reparado en lo visible que no hallas,

mas ¿has percibido aquello que no se aprehende

con los ojos

y que nunca ha de faltar en su oscuridad fantaseada?

 

Lo invisible es el verdadero tesoro.>>

 

Pero no había nada en aquel cofre

que mereciera la pena.

Te diste cuenta, entonces.

Nada.

 

Así y todo, el peso de lo invisible

que en aquel pequeño baúl faltaba

tenía más valor que cualquier

botín soñado.

 

Y la comprensión de lo profundo

de la vacuidad de aquel arcón

hizo que se secara la fuente

de todas tus lágrimas.

 

Lo que falta

no siempre resulta evidente

a la mirada.

 

El sol acarició tu piel reseca.

Echaste a andar en busca de otra playa.

Te llevaste contigo el cofre vacío

y el peso revelador de lo invisible.

En busca de otro cofre,

más sabia y más humana.

 

 

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